Kalyvas advierte que los modelos teóricos simplifican y que el suyo no es ninguna excepción, que es precisamente su gran ventaja (2006, p. 207), por lo que resulta fundamental presentar estas simplificaciones y restricciones.
En primer lugar, las decisiones militares concernientes a la distribución de recursos en tiempo y espacio son exógenas al modelo (p. 207).
En segundo lugar, el modelo asume que las personas son buenas calculando los riesgos, como el de ser capturados en caso de defección y el riesgo de ser objeto de contradenuncias en caso de delación. Aunque existe evidencia en el campo de la psicología de que las personas en general no son buenas para calcular los riesgos (Kahneman y Tversky, 1974, citado en Kalyvas, 2006, p. 207). Las preocupaciones no racionales pueden nublar o distorsionar el pensamiento, acortando los horizontes de tiempo o socavando la eficiencia instrumental de la conducta. Sin embargo, debe tenerse en cuenta que el instinto o deseo de supervivencia, como se le quiera denominar, es un poderoso correctivo de la conducta (p. 207).
En tercer lugar, se asume que la relación entre el nivel de delación y el nivel de control es estática y el entorno estratégico estable. Los individuos observan el entorno, avalúan el nivel de control que se ejerce en dicho momento por los actores políticos rivales, y si el riesgo de retaliación es muy bajo entonces delatan. A los actores políticos, por su parte, les interesa principalmente disuadir la defección actual y no tanto ganarse el apoyo popular para una futura gobernabilidad [governance]. De esta manera, el modelo asume que los individuos ignorar el futuro, es decir, la probabilidad de que el control cambie y sobre los beneficios esperados, y el pasado, es decir, como las emociones asociadas al deseo de venganza por la violencia que tuvo lugar que puede ser tan abrumadoras que produzcan un drástico descuento en sus cálculos del riesgo (p. 207).
En cuarto lugar, sin descontar el rol que juegan las expectativas individuales y las emociones (que también pueden ser testeadas, como se explica más adelante), es importante indicar que los individuos tienden a subestimar la duración y la inestabilidad de las guerras civiles y, por lo tanto, sobreestiman su propia seguridad, especialmente en las etapas iniciales, durante las cuales los civiles enfrentan una situación novedosa y son más proclives a creer en las reinvindicaciones de los actores políticos sobre la estabilidad de su dominio (p. 207). Además, dadas las asimetrías de información entre los actores políticos y los civiles, al comienzo del conflicto, los individuos tienden a formarse expectativas sobre el futuro basados exclusivamente en su realidad local. Incluso cuando la guerra ha dura más de lo esperado, las personas tienden a enfatizar el futuro inmediato y no el más largo plazo (p. 208).
En quinto lugar, debe tenerse en cuenta que el principal resultado de la fragmentación del espacio que genera la guerra civil es la fragmentación de la información. La ruptura de las comunicaciones aísla a las comunidades locales, que no se enteran de lo que pasa en las comunidades vecinas, todo lo cual conduce a que los individuos tomen sus decisiones con base en información limitada y local. Esta situación es más crítica aún para los actores políticos.
En sexto lugar, el modelo asume la existencia de dos actores rivales aunque las guerras civiles dan lugar a la intervención de otros actores, incluyendo fuerzas de ocupación extranjeras. Pero la teoría también es aplicable a estos contextos. Kalyvas enfatiza que la guerra implica un reduccionismo lógico que se traduce con frecuencia en un enfrentamiento bipolar a nivel local aunque a nivel supralocal sea multilateral, porque difícilmente todos los actores involucrados pueden hacer presencia simultánea en todas las zonas en todo momento, por lo que se tiende a formar alianzas que refuerzan la bipolaridad (p. 208).
Por otra parte, debe enfatizarse que la teoría de Kalyvas no pretende hacer una representación completa de la realidad de la guerra civil sino una simplificación razonable que sirva de línea de base para formular predicciones. El trabajo del científico social consistirá entonces en comparar las variaciones evidenciadas empíricamente con esta línea de base, que permita identificar la plausibilidad de la teoría y sus fracasos para explicar y predecir el fenómeno en contextos menos especificados (p. 208).
Ahora bien, todo esto indica que la teoría puede ser refinada y expandida hacia otros contextos, como advierte Kalyvas (2006, p. 208-9), de manera que se incorporen al modelo otras variables endógenas como: el nivel de organización militar, que permitan construir hipótesis robustas sobre la variación de la violencia en la guerra civil de acuerdo con el nivel de organización militar; estructuras locales; dimensiones adicionales de la violencia coercitiva, como el desplazamiento forzado, las detenciones ilegales o el hostigamiento; una especificación más realista en relación con las expectativas de los individuos sobre el futuro y con las experiencias pasadas; y otros parámetros.
La recolección de evidencia sobre la violencia, dilaciones y propósitos es una labor empírica difícil, pero el reto más significativo es la medición del control. El control puede ser definido y medido empíricamente utilizando diversos indicadores, tales como la presencia de un actor político en una zona determinada en un momento dado o el acceso de la población de una comunidad local a un actor rival (Kalyvas, 2006, p. 210).
La teoría prevé cambios en el nivel de control sobre las zonas por parte de los actores políticos en un proceso dinámico. Según Kalyvas (2006, p. 217), el nexo entre control y violencia exhibe cierta circularidad en el sentido de que cambios en el control pueden disparar los niveles de violencia y que estos cambios en los niveles de violencia pueden provocar a su turno cambios en el nivel de control. No obstante, deben tomarse en cuenta los mecanismos endógenos cuya trazabilidad exige un proceso de desagregación secuencial, en los cuales se sugiere que los cambios de control implican dos etapas diferentes: el cambio inicial [inicial shift] y la consolidación [consolidation] de dicho cambio (p. 217).
En el modelo de Kalyvas, en primer lugar, las decisiones tácticas militares provocan un cambio en el control en dos direcciones: del control [insurgent] al [incumbent] (es decir, de las Zonas 4 y/o 5 a la Zona 2), y del control [incumbent] al [insurgent] (es decir, de las Zonas 2 y/o 1 a la Zona 4). En segundo lugar, según Kalyvas (p. 217), el uso de la violencia selectiva, una vez se ha producido el cambio inicial en el control, dispara un proceso de consolidación que produce un desplazamiento de la Zona 2 hacia la Zona 1 (pasando a estar bajo el control total del [incumbent]) y de la Zona 4 a la Zona 5 (pasando a estar bajo el control total del [insurgent]). De manera que, en ausencia de cambios exógenos en los recursos militares, las Zonas 2 y 4 pueden ser concebidas como zonas de transición [areas in transition], en el sentido de representar la dimensión temporal del proceso de cambio (Kalyvas, 217-8). En este escenario, la violencia sigue el cambio inicial de control y precede la consolidación (p. 218). Lo que obliga a observar la distribución espacial del fenómeno en cada momento dado para captar su efecto dinámico.
Debe tenerse presente que el modelo toma como punto de partida que en las zonas en las que un actor ejerce el control total (1, 5), el actor rival está ausente y, por lo tanto, no ejerce ningún control y la población no tiene acceso al rival (2006, p. 222). En la Zona 3, los individuos pueden preferir no aliarse con ninguno de los actores políticos y mantenerse neutrales: en medio del fuego cruzado, los civiles prefieren no involucrarse (p. 226-7).
Kalyvas presenta una caracterización alternativa de la Zona 3, utilizando la evidencia de la Guerra Civil Americana, como “tierra de nadie” [no man´s land] en donde ni el ejército de la Unión ni los confederados ejercían el control, lo que no quiere decir que no fueran regiones en las que la población civil no estuviera sumida en el pánico.
Finalmente, el diseño de la investigación debe permitir la identificación de las fallas de las predicciones, para lo cual Kalyvas (2006, p. 302) ha utilizado como línea de base la teoría de la elección racional [rational choice]. Es decir, identificar los mecanismos causales equivocados (Elster, 2003, p. 14). Precisamente preguntarse dónde y por qué falló la teoría, por qué la violencia y las conductas observadas en cada zona no se adecuaron a las predicciones del modelo, constituye un recurso metodológico esencial para refinar los mecanismos causales. La teoría excluye de manera explícita las normas y emociones, los motivos y propósitos no instrumentales, y usos diferentes de violencia coercitiva. Las fallas en la predicción pueden dar cuenta de mecanismos causales de violencia atípica, de la no violencia atípica y de producción de violencia por los actores equivocados. Hay un aspecto de las guerras civiles cuyo mecanismo habría que precisar: la resistencia pacífica, como la liderada por Gandhi, aunque podría subsumirse en la no-violencia atípica.◙
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