miércoles, 13 de julio de 2011

1.2.2. LOS CONFLICTOS AGRARIOS

 
Resulta esencial para cumplir los objetivos del presente trabajo definir bajo qué condiciones la teoría de Kalyvas sobre la violencia, expuesta en las secciones anteriores, puede aplicarse para la comprensión del fenómeno en el contexto de los conflictos agrarios. Esta tarea implica que, en esta sección, se analizarán cada uno de los elementos que caracterizan el contexto de guerra civil, así como los mecanismos que se ponen en funcionamiento en dicho contexto, con el propósito de establecer convergencias y divergencias respecto de los conflictos agrarios. Ahora que este análisis sólo es posible en concreto, frente a las especificidades de un conflicto agrario en particular, por lo cual los resultados hacen parte del capítulo 3. En esta sección bastará con enfatizar los elementos de análisis que se deben tomar en consideración y las condiciones en que puede ser aplicada la teoría de Kalyvas.
En primer lugar, debe advertirse que Kalyvas ha criticado las tesis tradicionales que distinguen entre las viejas y las nuevas guerras civiles, las cuales se esquematizan en la tabla 3.

Tabla 3. Diferencias entre viejas y nuevas guerras civiles


Viejas guerras civiles
Nuevas guerras civiles
Causas y motivaciones
Agravios colectivos, articulación ideológica
Lucro privado, explotación de recursos
Apoyo popular
Amplio
Restringido o ausente
Violencia
Controlada, selectiva
Gratuita, indiscriminada

Nota: Adaptado de Kalyvas (2005, p. 55).

Para Kalyvas, esta caracterización no está debidamente soportada en la evidencia y señala que suelen ser menos pronunciadas de lo que se argumenta (2005, p. 75). En su opinión, estas teorías se encuentran fuertemente influenciadas por las concepciones patológicas o anómicas sobre la violencia, que sesgan la investigación. Como se expuso en las secciones anteriores, en la guerra civil se produce el fenómeno de la politización de los intereses privados, en los que se confunde, por vía de la delación, el uso político de la violencia con la resolución de disputas personales. Por otra parte, si bien los actores políticos supralocales pueden estar orientados ideológicamente en la confrontación por el monopolio de la violencia o para resolver problemas de acción colectiva como la distribución de beneficios, según Kalyvas la violencia coercitiva solamente será empleada donde convergen  estos intereses con aquellos de los actores locales. Además, cuando la motivación es la conquista del territorio y la explotación de recursos, la violencia puede tener como propósito el exterminio de la población o su deportación masiva, lo que excluye el uso bilateral de la violencia coercitiva que caracteriza a la guerra civil.

El apoyo popular es una categoría vaga y, en el mejor de los casos, relativa, como se desprende del análisis de Kalyvas sobre la colaboración en función del nivel de control. El apoyo popular se manifiesta en las conductas y preferencias, las cuales se modifican en el transcurso de la guerra civil como resultado de la violencia. Tampoco se trata de especular si los individuos tienen preferencias o motivaciones comunes con los actores políticos sino de determinar la disposición a colaborar o no con determinado actor político, lo cual, como se ha establecido en el modelo teórico de Kalyvas, son decisiones que se adoptan tomando como referencia el nivel de control sobre un territorio y en un momento dado. En relación con la última diferencia entre las viejas y nuevas guerras civiles, debe precisarse que la modalidad de violencia empleada depende de los niveles de control que, según el modelo de Kalyvas, son empíricamente observables y verificables. En este sentido, es indiferente a cuál contexto se pretende asociar cada modalidad. Dependiendo del nivel de control que ejercen sobre un territorio en un momento dado, los actores recurren a la violencia selectiva o indiscriminada, según el caso, porque dicho control determina el nivel de colaboración de la población y la información disponible sobre la identidad de las personas, como quedó formulado en las cinco hipótesis kalyvianas.

En segundo lugar, para la caracterización de los conflictos agrarios es necesario tener en cuenta que, de acuerdo con Kalyvas, la guerra civil no ocurre en un vacío o colapso hobbesiano del orden político (Kalyvas, 2001, p. 24; 2006, p. 196). Por el contrario, la guerra civil tiene lugar dentro de las fronteras de una entidad soberana reconocida y entre partes que están sujetas a esa autoridad común al comienzo de las hostilidades (Kalyvas, 2006, p. 17). Del mismo modo, puede postularse que los conflictos agrarios tampoco tienen lugar en un vacío institucional o a propósito de un colapso del orden político, por lo que resulta pertinente analizar si los elementos que caracterizan la guerra civil se evidencian en dicho contexto, a saber:

(a) El desafío o ruptura efectiva del monopolio de la violencia dentro de un Estado soberano. Debe tenerse en cuenta en el análisis que, en las fases tempranas de un conflicto caracterizado como guerra irregular, no se espera una simetría entre la capacidad militar y organización de los actores políticos rivales y las líneas del frente de batalla son bastante borrosas (Kalyvas, 2006, p. 88, 132-3). En el inicio de las hostilidades, puede reflejarse una división del territorio en zonas donde las autoridades ejercen un control total, donde ejercen un control parcial y en donde no hacen presencia; al tiempo que los actores políticos insurgentes se refugian en las zonas de difícil acceso para las autoridades, como en los territorios escarpados, las selvas y la frontera (Kalyvas, 2006, p. 132, 138-41, 210-45).

(b) El riesgo de supervivencia de los individuos, que se refleja en el miedo a ser identificados y, como resultado, capturados y castigados (Kalyvas, 2006, p. 220); en el resultado de las confrontaciones que, a diferencia de los disturbios, protestas y amotinamientos urbanos, evidencia bajas fatales para alguno o ambos bandos (Kalyvas, 2006, p. 22, 26).

Pero en la especificación y análisis del contexto tampoco pueden obviarse los siguientes aspectos:

(c) El uso político de la violencia para controlar a un conjunto de la población, que se refleja en variaciones espacio-temporales a través del territorio, así como en la evidencia de confrontaciones o combates entre los bandos rivales, a diferencia de situaciones de terror estatal, genocidio, deportaciones masivas y la exterminación recíproca (Kalyvas, 2006, p. 28-31, 202-7). Ahora bien, en las fases tempranas de un conflicto, Kalyvas prevé que el análisis incorpore el uso de otras modalidades de violencia coercitiva no letales pero que ponen en riesgo la supervivencia, como los hostigamientos, las torturas, las detenciones ilegales, los secuestros y el desplazamiento forzado (Kalyvas, 2006, p. 20). El uso de violencia selectiva también se evidencia en el registro de individuos afectados, que excluyen personas catalogadas como inocentes generalmente como menores, mujeres y ancianos (Kalyvas, 2006, p. 183-192).

(d) La intimidad, que se evidencia en los mecanismos de concentración y simetría en las interacciones sociales, así como en el temor a ser identificados y castigados, y también se refleja en la politización de los conflictos e intereses privados observados (Kalyvas, 2006, p. 220, 351-8). En relación con este aspecto, Kalyvas señala que la intimidad y los mecanismos causales de la delación que le son propios, contribuyen a fortalecer la teoría de la violencia porque permite formular implicaciones plausibles por fuera del ámbito específico de aplicación a la guerra civil para extenderlo a entornos más pacíficos y democráticos (2006, p. 358-362).

(e) El nivel de organización y capacidad militar de los actores políticos a nivel local, cuyo mejor indicador es la presencia de agentes estatales y milicias privadas, por parte de los grupos gobernantes o autoridades, y de comités clandestinos, por parte de los insurgentes, porque, a diferencia de los disturbios, protestas y otras manifestaciones, el análisis de la guerra civil privilegia el nivel de organización alcanzado por los actores políticos (Kalyvas, 2006, p. 107-110).

(f) El nivel de delaciones y contradenuncias, que dependen del nivel de control que ejerce un actor político sobre un territorio, cuyo mejor indicador, en ausencia de evidencia sobre delaciones y sus motivaciones, es el miedo que prevalece a ser identificados (y capturados y castigados) que se registra empíricamente en anécdotas sustanciales (Kalyvas, 2006, p. 220).

(g) El nivel de denuncias públicas, en contraste con las delaciones secretas, reflejan el nivel de politización de las disputas e intereses privados (Kalyvas, 2006, p. 351).

(h) La magnitud de la violencia, que depende de la conjunción de los demás elementos, como se explicó en la sección anterior (Kalyvas, 2006, p. 206).

Es importante señalar que la aplicación del modelo teórico de Kalyvas al análisis de la violencia en un contexto diferente a la guerra civil debe cumplir las mismas condiciones fundamentales: seleccionar a los actores políticos y definir las estrategias que pueden escoger, como colaborar o no, ejercer el control sobre un territorio, tener la capacidad de recurrir a la violencia selectiva o indiscriminada,  y representar un riesgo inminente para la supervivencia para un conjunto de la población.

Así, puede asumirse razonablemente que se activen los mecanismos causales y los supuestos de elección racional que resultan compatibles en el nuevo contexto. Esta especificación del contexto requiere que se proceda, siguiendo a Kalyvas, mediante el desglose de las causas que dan lugar a los conflictos agrarios de aquellas que originan la violencia en este contexto. Es decir, en el análisis de los conflictos agrarios, la violencia debe ser endógena al conflicto, como se postula respecto de la guerra civil.

La teoría de Kalyvas sobre la lógica de la violencia es específica en cuanto al funcionamiento de sus mecanismos causales en el contexto de la guerra civil, con sus restricciones y reservas internas. Por lo tanto, se precisa establecer las convergencias y divergencias entre la guerra civil y los conflictos agrarios para determinar razonablemente si, en este último contexto, los mecanismos causales de la colaboración, la defección, la delación y la producción de violencia operen de manera similar. También debe permitir formular restricciones adicionales a la aplicación de la teoría, en caso de que se incorporen nuevos elementos de análisis, como se sugiere en la siguiente sección.

En tercer lugar, de acuerdo con Kalyvas (2006, p. 19), en la categoría de guerra civil se incluyen casi todas las revoluciones, las insurgencias “revolucionarias” o étnicas, las sublevaciones o levantamientos anticoloniales, las guerras de resistencia contra fuerzas de ocupación extranjeras y las  insurrecciones campesinas prolongadas [sustained peasant insurrections]. De otra parte, Kalyvas excluye expresamente de dicha categoría a las protestas violentas, los disturbios y amotinamientos, los crímenes comunes, el bandolerismo de baja intensidad, son fenómenos todos predominantemente urbanos, que dejan la soberanía prácticamente intacta, en los cuales prevalece el anonimato, no se evidencian retaliaciones (2006, p. 19, 23).

Un rasgo que caracteriza a las guerras civiles es su carácter predominantemente rural (Kalyvas, 2001). De manera específica, Kalyvas precisa que las insurrecciones campesinas prolongadas o insurgencias de gran escala con una predominante base rural no deben confundirse con otros eventos como las “rebeliones campesinas”, levantamientos  o revueltas campesinas espontáneas, que son procesos indisciplinados, inestables, anárquicos y descentralizados, es decir, no son lo suficientemente prolongados en el tiempo ni organizados como para constituyan un verdadero desafío para las autoridades o los grupos gobernantes. El elemento distintivo es un nivel de organización: sólo las rebeliones campesinas lideradas por organizaciones desembocan en guerras civiles y revoluciones sociales (Kalyvas, 2006, p. 19, pie de página 4). No obstante, los elementos adicionales que se han mencionado respecto de las insurrecciones campesinas prolongadas contribuyen a especificar el contexto: el carácter rural, insurreccional, prolongado, disciplinado, recurrente y prolongado, que desemboca en una guerra civil. Los resultados de la aplicación de la teoría de Kalyvas a la especificación y análisis del contexto de los conflictos agrarios en Colombia, se presentan de manera detallada en la sección primera del capítulo 3. 

Por último, Kalyvas señala la dificultad para observar y verificar empíricamente el nivel de control que un actor político ejerce sobre un territorio en un momento dado. Por este motivo, abre las puertas para la búsqueda en la ciencia social de una definición operativa alternativa que permita medir el nivel de control y captar las variaciones sutiles que experimenta en el espacio y el tiempo (2006, p. 210). La teoría de la lógica de la violencia impone que este estándar mantenga intactos los supuestos y mecanismos causales, fundamentados en la teoría elección racional, que explican las decisiones de los individuos y los actores políticos en el contexto de la guerra civil. La teoría de Kalyvas impone que la colaboración y la violencia sean endógenas al control y al contexto en que se producen (2006, p. 124). La definición operativa de control que se adopte para la comprensión de la violencia en el contexto específico de los conflictos agrarios debe cumplir estas restricciones y facilitar el análisis. La propuesta del presente trabajo es incorporar al análisis de la violencia la noción de los derechos de propiedad como estándar de control, tema de la siguiente sección.

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