miércoles, 13 de julio de 2011

1.1. LA LÓGICA DE LA VIOLENCIA POLÍTICA

La violencia es el acto deliberado de causar daño o dolor a las personas (Kalyvas, 2006, p. 19). La violencia es física cuando se dirige contra la vida o la integridad física de las personas. También se habla de la violencia psicológica cuando no se dirige contra el cuerpo de las personas pero altera su integridad o estabilidad mental o emocional. La violencia física puede ser directa, como el asesinato o la tortura, o indirecta, como el secuestro, los hostigamientos y el desplazamiento forzado. El vandalismo y la destrucción deliberada de los bienes de una persona también se considera una forma de violencia física indirecta (Kalyvas, 2006, p. 20). Se excluye del estudio el daño colateral o no intencional.

Sin duda la violencia es un fenómeno complejo, multifacético y ampliamente debatido. No obstante, el presente trabajo, siguiendo a Kalyvas (2006, p. 19), restringe inicialmente el análisis a la producción intencional de violencia física letal, como el asesinato y las masacres. Sin embargo, se incorporan otras manifestaciones deliberadas de violencia física como el hostigamiento, el vandalismo, el acceso carnal y la tortura, evidenciadas en el contexto de los conflictos agrarios (2006, p. 19-20 y 208-9).

Para los objetivos del presente trabajo, importa analizar el uso político de la violencia, es decir, el carácter instrumental de la violencia cuya producción obedece a dos propósitos esenciales: (a) el exterminio o deportación masiva de una población, para conquistar un territorio y sus recursos; y (b) el control o gobierno de una población, que también se denomina violencia coercitiva [coercive violence] (Kalyvas, 2006, p. 26). La violencia política puede ser producida por un único actor o unilateral, generalmente el Estado, o puede intervenir un número plural de actores, como la bilateral o multilateral. El genocidio y la deportación masiva son unilaterales. El terror estatal es unilateral. La exterminación también puede ser recíproca. Para efectos del presente trabajo, siguiendo a Kalyvas (2006, p. 28-9), el interés se centra en la producción bilateral o multilateral de violencia coercitiva que se manifiesta en la guerra civil, contexto en el cual el análisis de las estrategias de los actores resulta crítico, como se analiza en la siguiente sección. La tabla 1 muestra de manera esquemática los tipos ideales de violencia política que resultan de la intersección entre los diversos propósitos y formas de producción.

TABLA 1. Tipología kalyviana de la violencia política masiva


Propósito de la violencia política:
Controlar a la población
Producción de violencia
SI
NO
Unilateral
Terror estatal
Genocidio o deportación
Bilateral o multilateral
Violencia en guerra civil
Exterminación recíproca

            Nota: Adaptado de Kalyvas (2006, p. 29).



La violencia coercitiva puede ser táctica, si su blanco es una persona para eliminar un riesgo particular como la fuga de información. Pero es estratégica cuando cumple la función de infundir miedo o terror en las personas para conseguir de ellas que realicen o se abstengan de realizar una conducta determinada (Kalyvas, 2006, p. 27). Ahora bien, por su efecto, la violencia coercitiva puede ser retrospectiva, si su intención es castigar o sancionar a una persona por la conducta que ya tuvo lugar; y prospectiva, si su objetivo es disuadir en relación con la conducta futura (Kalyvas, 2006, p. 27). En este sentido, la violencia coercitiva, cuando es empleada estratégicamente, tiene una dimensión disuasiva cuyo propósito es conseguir la obediencia o sumisión de la población. De esta manera, la violencia se aplica como castigo por la conducta realizada por una persona o conjunto de personas pero el propósito es disuadir a las demás personas a que procedan de la misma forma. Al poner en riesgo sus vidas e integridad física, la violencia coercitiva induce la cooperación coercitiva de las personas, de una manera que sólo podría lograrse voluntariamente mediante convenios y otros arreglos institucionales que se abordan en la sección tercera. En este sentido, la credibilidad de la amenaza o sanción es otra dimensión sine qua non de la violencia coercitiva.

Por lo pronto, nos interesa enfatizar que la violencia coercitiva se emplea estratégicamente para moldear las conductas de los individuos alterando sus expectativas sobre las estrategias de los demás y sobre el resultado que pueden esperar (Kalyvas, 2006, p. 26). Con este propósito, la violencia coercitiva es empleada como recurso disuasivo por un actor político contra la población civil o no combatiente para obtener su colaboración y evitar su defección hacia el actor rival (2006, p. 19 y 142).


Finalmente, para que cumpla su efecto disuasivo, la violencia coercitiva debe ser de alguna manera predecible, es decir, que la probabilidad de que sea empleada sea tal que altere las expectativas de la población en relación con la realización de una conducta determinada. La predictibilidad depende de que se utilice para sancionar a una persona por su conducta con un efecto disuasivo, como cuando se tiene un blanco claramente identificado o personalizado, caso en el cual se denomina violencia coercitiva o discriminada [selective violence]. Por el contrario, si el blanco es colectivo, menos determinado, con una identidad más genérica definida por su pertenencia a una etnia, raza, sexo, religión o lugar, se denomina violencia indiscriminada [indiscriminate violence]. La teoría de Kalyvas tiene como pretensión predecir la utilización de una y otra modalidad de violencia, así como a desglosar las causas que originan la guerra civil y las que dan lugar a la producción de violencia en dicho contexto, como se analiza en la siguiente sección.

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